Mi primer libro de autoayuda

Los libros de autoayuda suelen ser criticados y en muchas ocasiones con buenos argumentos. Sin embargo, su sola existencia tiene ya cosas positivas, por ejemplo, el que haya gente como yo que eventualmente nos acercamos a la sección de libros de autoayuda en las librerías, sugiere que reconocemos que necesitamos ayuda. Y si mal no recuerdo, reconocer que tenemos un problema es un avance. De manera que, si pudiésemos acceder al número de diferentes títulos de libros de autoayuda que se compran en una ciudad, podríamos tener una medición más, respecto a la salud mental de sus habitantes, pero también obtendríamos información de sus anhelos. ¿Qué libros de autoayuda leerán los profesores y las profesoras de bachillerato? ¿Cuáles los profesores y las profesoras de universidades? ¿Cuáles los políticos de cada partido? En fin, seguramente si tuviésemos acceso a dicha información se podrían hacer análisis muy interesantes. A lo mejor convendría pedir a los candidatos que indiquen una lista de sus principales diez libros de autoayuda, para darnos una idea adicional de a quién votar y a quién no. Por otra parte, considero que todos los libros que son clasificados como de autoayuda tienen ya la excusa perfecta en caso de no ser de ayuda para el lector. Dicha excusa se las otorga la palabra auto, es decir, el éxito de la ayuda dependerá de la correcta aplicación de las instrucciones por parte del lector, y como tal situación no es fácilmente comprobable, pues el éxito o no de la ayuda es responsabilidad final del lector. Un número importante de este tipo de libros de manera implícita o explícita, consideran que la ayuda es posible debido a que podemos aprender a entender mejor nuestros pensamientos, y a tener mayor control sobre ellos. Esto último ha tomado mayor relevancia porque cada vez hay más estudios que aportan información valiosa, sobre los procesos mentales que ocurren en el ser humano. Sin embargo, de momento podemos seguir clasificando a los libros como los bien escritos, los mal escritos, los difíciles de entender, los aburridos, los divertidos, los interesantes, etcétera. En cualquier caso, espero que se estén vendiendo más libros de “Cómo ser feliz” que de “Cómo hacerse rico”. De momento, los libros de autoayuda que he leído no han resuelto mis inquietudes y han servido poco para ayudarme en lo que prometían, de manera que estoy considerando seriamente escribir mi propia colección de libros de autoayuda. Mi primer libro se llamará: “Cómo escribir tu primer libro de autoayuda”.

Armando Aguilar M.

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